¿Cómo debemos orar?
No nos preciemos por nuestra oración, ni por nuestras buenas acciones.
La oración debe hacerse desde el corazón, con fe, con ayuno y postraciones, con perseverancia y mucha humildad, así como dice el profeta David: “Desde el abismo clamo a ti, Señor. ¡Señor, escucha mi voz! ¡Que tus oídos pongan atención al clamor de mis súplicas!” (Salmo 129, 1). Y en otro lugar dice: “Mas tú quieres rectitud de corazón, y me enseñas en secreto lo que es sabio. ” (Salmo 50, 18). Y luego, “Me humillé y me salvé” (Salmo 114, 6).
Es un pecado muy grande vanagloriarnos por nuestra oración y buenas obras, porque se pierde toda recompensa y Dios se aleja de nosotros.
(Traducido de: Arhimandrit loanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în familie și societate II, Ediția a III-a, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători Neamț, 2010, p. 104)