Palabras de espiritualidad

¿Cómo debo prepararme para confesarme? ¿Puedo tener dos confesores?

    • Foto: Bogdan Bulgariu

      Foto: Bogdan Bulgariu

Toma un lápiz y escribe tus pecados. Si escribes tus faltas después de cometerlas, no se te olvidarán. De lo contrario, el maligno hará que se diluyan en tu mente con el paso del tiempo.

¿Es bueno tener un solo padre espiritual? ¿O es mejor tener uno cerca y otro lejos?

—Querido hijo, lo importante es confesarte íntegramente, sin importar dónde lo hagas. Porque habrá veces cuando puedas visitar al que está más lejos, pero también habrá otras en las que eso te resultará difícil de hacer. Tampoco se trata de confesarle ciertas cosas a uno, y otras al segundo padre espiritual. A donde vayas, lo que debes hacer es confesar todo lo que hayas hecho. Indiferentemente del nombre de tu padre espiritual o de su edad, él tiene la potestad de absolver tus faltas. Ningún confesor tiene “más poder” que otro. Talvez uno tenga más experiencia o demuestre más afecto que otro. Pero es que la confesión es algo que gira en torno a ti, como creyente, no en torno a tu confesor. Yo empiezo así: “¡Confiésate, hijo, que a eso has venido, a confesarte!”. Y responde la persona: “¡Pregúnteme, padre!”. Luego, el fiel debe venir preparado con una lista, aunque por momentos uno como sacerdote también ayude.

Toma un lápiz y escribe tus pecados. Si escribes tus faltas después de cometerlas, no se te olvidarán. De lo contrario, el maligno hará que se diluyan en tu mente con el paso del tiempo. Hay muchos que dicen, por ejemplo: “¡Padre, seis veces caí en el pecado de la vanidad!”. ¡Hasta escriben cuántas veces han pecado! Pero no es fácil, créeme. El demonio te esconde el lápiz, o se te termina el papel… en todo caso, lo importante es saber que es algo que se puede hacer. Como se dice popularmente, un país es bueno y fuerte si tiene buenos padres espirituales. Si te preparas a conciencia y, con todo, se te olvidan algunos pecados, estás perdonado. Pero si no te preparas, si vas a confesarte confiando en lo que te acuerdes, o esperando que tu confesor te pregunte, y esto te lleva a omitir una serie entera de pecados, estos no te serán perdonados. El Sacramento del Arrepentimiento comprende cuatro elementos:

– Primero, dejar de pecar.

– Confesarte.

– La absolución.

– Un canon de penitencia que eventualmente te dará tu confesor.

Así, cuando voy a confesarme, lo hago con la idea de no volver a pecar. Es posible que vuelva a caer, sí, pero no deliberadamente. Pero si pecas, sabiendo que lo que haces está mal, tu pecado es muy grande. Por eso, y por poner otro ejemplo, yo no absuelvo a quienes viven en concubinato. Les digo: “¡He robado nueve veces, pero absuélvame diez, padre, porque hoy volveré a robar!”. Y les explico por qué la primera condición para el perdón consiste en no volver a cometer el mismo pecado. 

La lucha es por parte de ambos, el hijo espiritual y el confesor, para sanar de tus pecados y crecer, haciéndote cada vez un mejor cristiano. Examinar nuestras faltas nos ayuda a mantener una continua presencia espiritual, porque estimula nuestra humildad. “¡Pero qué cosas tan terribles fui capaz de hacer! ¡Qué malo he sido! ¿Cómo pude entristecer de tal forma a mi Dios?.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ediția a doua, volumul 3, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 64-66)