Antes de cualquier elección, debemos orar para que Dios nos ilumine, y Él nos llenará el corazón con Su gracia cuando nos encontremos con nuestro Padre Espiritual.

Sin embargo, una vez que lo hayamos encontrado, no debemos pensar que a partir de ese momento todo empezará a suceder como por arte de magia. Nuestro Padre Espiritual logrará obrar proféticamente en nuestra vida, sólo si nos dirigimos a él con fe y con oración, pidiéndole siempre al Señor que nos revele Su voluntad a través él.

Si tenemos fe, haremos de nuestro confesor un profeta. Porque nuestra fe llenará su corazón y, de forma milagrosa, y yendo más allá de sí mismo, nos dará esa palabra de Dios que se adecúa mejor a nuestro estado interior, para ayudarnos y animarnos en el trabajo de la salvación.

(Arhimandrit Zaharia Zaharou, Merinde pentru monahi, Editura Nicodim Caligraful, Putna, 2013, p. 101)