¿Cómo es el encuentro del alma con Dios?
Dios se le revela al hombre utilizando distintas formas. Él no se impone con violencia a la voluntad del hombre. Si lo recibimos con amor, cuando se acerca a nosotros, Él vendrá a nuestra alma con sosiego y humildemente.
La vida cristiana resulta de la unión de dos voluntades: la voluntad divina, eterna, y la voluntad humana, cambiante. Dios se le revela al hombre utilizando distintas formas. Él no se impone con violencia a la voluntad del hombre. Si lo recibimos con amor, cuando se acerca a nosotros, Él vendrá a nuestra alma con sosiego y humildemente. Puede ocurrir, como aparece tantas veces en la historia de la fe cristiana, que Él se muestre al hombre en medio de una potente luz. El alma, viendo a Cristo en la Luz de Su amor, es atraída hacia Él, sin poder resistir semejante atracción. Pero Él es como un fuego que no consume.
Cualquier acercamiento a Él produce una dolorosa tensión. Es normal para nuestra naturaleza caída buscar cómo librarnos del dolor. Así, vacilamos en nuestra decisión de seguirle. Pero la idea de quedarnos fuera de Su Luz también nos aterra. Mi espíritu se halla, así, ante dos posibilidades: resignarme a una falsa humildad y fundirme en la realidad que me rodea, condenándome a la perdición, o aceptar el terrible llamado de Cristo. Cuando he optado por la segunda opción, ha sido para mí como un renacimiento y un volver a la vida, en el Dios Vivo.
(Traducido de: Arhim. Sofronie Saharov, Fericirea de a cunoaște calea, Editura Pelerinul, p. 121-122)