¿Cómo explicarme la omnipotencia de Dios?
Esto es lo que conviene comprender: que no podemos comprenderla. Y con esta verdad hemos de familiarizarnos: que debemos aprender a someternos.
Frente a los dioses antiguos, el Dios monoteísta parece dotado de poderes limitados. Los dioses hacían cuanto querían, mientras que ni siquiera Dios puede hacer nada contra la razón, dice (el obispo Jacques-Bénigne Lignel) Bossuet. Y también sabemos que Dios no puede hacer sino el bien. ¿Existen acaso límites al poder divino? Los teólogos explican esto, distinguiendo entre querer y poder: Dios puede todo, pero no quiere cualquier cosa; no quiere el mal, quiere solo el bien, Él es el Bien. (...)
Dios no quiere sino el bien, no hace el mal: de aquí no debe llevarnos el pensamiento al olvido de otra verdad, Su omnipotencia. El Espíritu sopla donde quiere, y Dios es soberano en sus juicios y elecciones: prefiere al publicano, alaba a la pecadora, llama a quien menos imaginarías.
Nuestra lógica, nuestra moral, nuestro sentido común no valen ni una cebolla helada ante la soberana e inesperada omnipotencia divina, que con frecuencia nos asombra, cuando no nos escandaliza. Porque no podemos comprenderla. Esto es lo que conviene comprender: que no podemos comprenderla. Y con esta verdad hemos de familiarizarnos: que debemos aprender a someternos.
Una sola cosa “no puede” Dios: salvarnos sin nuestro consentimiento.
(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, pp. 350-351)
