¿Cómo hacerle frente al sufrimiento?
Hay dos cosas, en especial, que no puedes hacer sin fe en Dios: soportar un sufrimiento duro y procrear hijos buenos.
El origen del sufrimiento es el pecado. Sin embargo, es arriesgado intentar descrifrar el problema del sufrimiento, porque se trata de algo ciertamente delicado. Cualquier respuesta que intentáramos dar a esta pregunta quedaría corta, sería insuficiente. Se afirma, en general, que el sufrimiento es el resultado del pecado, aunque no en todos los casos. También hubo justos que sufrieron, como Job, aunque también conocemos los casos de otros que sufrieron para purificarse de sus pecados, como el Santo Apóstol Pablo. Hay una diferencia, entonces, entre el sufrimiento del justo y el del pecador; existe la cruz del ladrón contrito y la cruz del ladrón que no se arrepintió. Aunque ambos sufrieron, el resultado de ese dolor no fue el mismo.
Lo importante no es saber —teóricamente— qué es y cuál es el objetivo del sufrimiento, sino entender cómo utilizarlo para nuestro bien. El cristianismo presupone la cruz; el sufrimiento es, a su vez, cruz. Lo esencial, luego, es saber cómo llevar esa cruz. Muchos enfrentan el sufrimiento con la fe; es decir, si el sufrimiento no es tan fuerte, tan inmovilizante, puede convertirse en un auxilio para el mejoramiento del hombre.
Un médico de la región de Transilvania, el doctor Ioan Suciu Sibianul —que Dios lo tenga en Su gloria— decía que hay especialmente dos cosas que no puedes lograr sin tener fe en Dios: soportar un sufrimiento duro y procrear hijos buenos.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Iubirea de aproapele – ajutor pentru bucuria vieții, Editura Doxologia, Iași, 2014, pp. 40-41)