Palabras de espiritualidad

¿Cómo, a pesar de tantas bondades recibidas, seguimos siendo desagradecidos con Dios?

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Infinitas e incontables son las bondades de nuestro generoso Dios.

El hombre cuya boca agradece siempre a Dios no se verá jamás privado de las bendiciones divinas, pero aquel que murmure y ofenda a su gran Bienhechor será, sin duda, castigado por Él.
Él nos dio el ser. Él nos concedió la vida. Él nos protege y nos socorre de muchas maneras con Su Divina Providencia. Por la muerte de Su Hijo, nos reconcilió Consigo mismo, a nosotros, que antes éramos Sus enemigos, y nos hizo herederos de Su Reino. Él nos purifica y nos santifica por medio de Sus Santísimos Misterios. Él nos ofrece el alimento celestial: Su santísimo Cuerpo y Su preciosa Sangre. Él nos ha dado también un custodio para todos los días de nuestra vida en este mundo.
Él recibirá nuestra alma y la guiará hacia la morada eterna. ¿Pero qué digo? No me alcanzaría el tiempo para contar todas Sus obras; sería vano esforzarme en enumerarlas, como quien intenta contar los granos de arena del mar: infinitas e incontables son las bondades de nuestro generoso Dios.

Y, a pesar de tantas bondades, ¡nos atrevemos a lamentarnos! ¡Oh Dios mío, perdona nuestra ingratitud y abre nuestra mente, para que comprendamos lo que Tu corazón paterno nos ha concedido, y así podamos ofrecerte, aunque sean pocas, nuestras sinceras acciones de gracias, y hallar en ellas perdón y misericordia!

(Traducido de: Comori duhovniceşti din Sfântul Munte Athos – Culese din scrisorile şi omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, Bacău, 2001, p. 350)