¿Cómo podría la Madre del Señor ignorar las oraciones de quienes acuden a ella con esperanza?
Queridos hijos, nosotros tenemos un refugio de esperanza y un manto protector en la persona de la Madre del Señor. Mantengamos viva la esperanza de que ella siempre está con nosotros, sin importar dónde nos encontremos y cómo vivamos.
Cada uno de nosotros puede decir que es débil y que por tadas partes encuentra solamente obstáculos y tentaciones, a cuál más difícil de eludir. Ciertamente, todos somos débiles e impotentes, y las tentaciones son muchas: algunas de ellas provienen de nuestro propio cuerpo, que todo el tiempo lucha en contra de nuestro espíritu; otras, del mundo, el cual, como dice la Palabra de Dios, yace entre toda clase de males y, finalmente, hay otras que vienen de parte del demonio, quien, rugiendo como un león, busca cómo llevar a la perdición a las almas de los cristianos.
Sin embargo, queridos hijos, nosotros tenemos un refugio de esperanza y un manto protector en la persona de la Madre del Señor. Mantengamos viva la esperanza de que ella siempre está con nosotros, sin importar dónde nos encontremos y cómo vivamos, y que jamás nos ignorará, si acudimos a ella con plegarias fervientes. Oremos, pues, para que nos envíe su inesperada felicidad, aunque estemos inmersos en toda clase de pasiones y pecados, y ablande nuestros corazones, llenándolos de humildad y amor al prójimo.
(Traducido de: Arhimandritul Chiril Pavlov, Lauda Maicii Domnului, Editura Egumenița, Galați, 2012, p. 13)