Cómo recibir la semilla que arroja el Señor
No malgastemos todo nuestro tiempo en el cuidado del cuerpo, sino que, cuando el cuerpo sienta hambre y pida alimento, acordémonos de que también el alma exige lo que le es necesario.
No todos reciben la palabra del Evangelio, ni todos trabajan la tierra, para que, después de que caiga la semilla del Señor, dé frutos, sino que, hallándose en el engaño, rodeados de zarzas y espinas, reciben la palabra, pero, agobiados por las preocupaciones y embelesados por las riquezas y los placeres de la vida, se ahogan y no dan frutos.
¡Pero ustedes, amados hijos, preparen sus corazones para que puedan recibir el Evangelio, sin ahogar la mente entre las cosas del mundo! ¡Busquemos solo lo necesario, no el derroche! Si nos contentamos con lo estrictamente necesario, no sentiremos ningún agobio y viviremos serenamente; por el contrario, si no apartamos ese gusto por el placer y la gula, el esuerzo será mayor, el camino se hará empinado, la tribulación será interminable y nuestra vida se llenará de tormentos. Y es que solamente hay una cosa necesaria, como dice el Señor: “Porque si esto debe hacerse para satisfacer la necesidad del cuerpo, lo otro es indispensable para la salvación del alma, porque no hay nada que valga lo que el alma”.
Así, hermanos, estemos atentos y preparémonos correctamente cada día. No malgastemos todo nuestro tiempo en el cuidado del cuerpo, sino que, cuando el cuerpo sienta hambre y pida alimento, acordémonos de que también el alma exige lo que le es necesario.
(Traducido de: Sfântul Efrem Sirul, Cuvinte și învățături vol. I, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 118)