Cómo renunciar a juzgar a nuestro prójimo
Tomemos como ejemplo la actitud del Todopoderoso perdonando los pecados de tantos enemigos y asesinos.
Deténte a contemplar al Señor crucificado, para alcanzar la virtud de no juzgar a los otros y para no sentir rencor hacia tus enemigos, sino amor, para perdonarlos y pedirle a Dios, con toda tu alma, que sean perdonados, aunque te hayan ofendido, aunque te hayan hecho daño y aunque hayan puesto tu vida en peligro. Míralo tan lleno de sangre, con una corona de espinas en la cabeza, con el rostro golpeado y escupido, con los labios agrietados por la sed y el dolor; mira cómo le pide a Su Padre por quienes le mataban, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). ¡Aunque podía ordenarle a la tierra que los engullera inmediatamente!
Toma como ejemplo la actitud del Todopoderoso perdonando los pecados de tantos enemigos y asesinos. ¿Qué problema representa, entonces, que tú, siendo nada, tan sólo un gusano ínfimo e inútil, sigas Su ejemplo, perdonando a tus enemigos con todo tu corazón?
(Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, pp. 159-160)