¿Cómo sanar la frialdad de corazón al orar?
Si la oración es fría, no significa que no sea agradable a Dios. Algunas veces esa oración es considerada un esfuerzo por parte de la persona, si se humilla frente a Dios.
Algunos cristianos se quejan porque, aunque se esfuerzan en orar con regularidad, no consiguen alcanzar una oración llena de calor espiritual. Su oración se dispersa, su corazón se queda frío, petrificado, sin sentimiento, pareciéndoles, entonces, que oran inútilmente. Entonces se pregunta, ¿qué sentido tiene orar así?
Con semejantes dudas, algunas personas se dirigieron a un conocido stárets del Monasterio Óptina, el Santo Hieromonje José, discípulo del recordado San Ambrosio de Óptina, recibiendo la siguiente respuesta, profunda y constructiva:
“Intentar orar sin distraernos en absoluto es imposible, porque somos pecadores; sin embargo, sí que podemos esforzarnos, de acuerdo a nuestras posibilidades, en concentrar nuestra mente, asegurándola con las palabras de la oración. Es decir, debemos tratar que cada palabra que digamos entre en nuestra mente. No nos ofusquemos, más bien esforcémonos en orar, considerándonos indignos de consuelo y humildad. Si la oración es fría, no significa que no sea agradable a Dios. Algunas veces esa oración es considerada un esfuerzo por parte de la persona, si se humilla frente a Dios.”
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Călăuza rugătorului ortodox, traducere de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2015, pp. 12-13)