La capacidad y la destreza para llegar a ser un verdadero monje es algo que se consigue aprendiendo, desde el principio, cómo tienes que comportarte, cómo debes moverte, vivir y actuar en el monasterio y afuera de él. Estos conocimientos se pueden aprender abundantemente en los escritos de los Santos Padres. Haciendo esto, el perseverante monje obtendrá, para sí mismo y para quienes le rodean, un profundo conocimiento espiritual.

Los Santos Padres llaman al monasterio “sanatorio”, “escuela de iluminación”, “lugar de retiro e inspiración”. “punto de encuentro y unión con Dios”, etc. Con este propósito, cada uno de los moradores del monasterio debe ocuparse de lo que es más virtuoso y más agradable a Dios, para corresponder a Su llamado y alcanzar, en el Día del Juicio Universal, la felicidad junto con los ángeles y los santos en el Reino de Dios, y así librarse del tormento eterno. De esta manera, tal como los enfermos que entran al hospital deben seguir a pie juntillas las recomendaciones de los médicos y someterse a un régimen alimenticio, también aquellos que han entrado al monasterio deben someterse a las guías de sus mentores.

(Traducido de: Protosinghelul Nicodim Măndiță, Fecioria, căsătoria, curăția și călugăria ‒ patru feluri de viețuire creștinească, Editura Agapis, București, 2005)