Cómo se santifica la vida del niño
Los maravillosos cánticos y ritos de nuestra Iglesia Ortodoxa son extraordinariamente vivos y se graban en corazón del niño para siempre.
Para que se habitúe con la oración, es necesario que de pequeño llevemos a nuestro hijo a la iglesia. Y no le resultará difícil orar, si desde sus primeros años de vida se acostumbra a asistir a los oficios litúrgicos.
¿Quién no se acuerda de los maitines de la Resurrección, con toda su solemnidad, celebrando la victoria sobre la muerte? ¿O de las noches de primavera previas al Domingo de Ramos, cuando las calles se llenan de fieles que se dirigen a la iglesia con flores y candelas encendidas? ¿O de las procesiones acompañadas por el tañido de las campanas y de los momentos de la Liturgia cuando se canta, una sola vez al año, “Cristo nace, glorificadle…” o “Tu recámara, Señor, ya está arreglada…”?
Los maravillosos cánticos y ritos de nuestra Iglesia Ortodoxa son extraordinariamente vivos y se graban en corazón del niño para siempre, llevándolo a entender que su vida es bendecida y se santifica con las oraciones de la Iglesia.
(Traducido de: Nikolaj Evgrafovich Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, p. 51)