¿Cómo tengo que amarte, Señor?
A Dios debemos amarlo con todo lo que tenemos. El mismo Decálogo, en su primer mandamiento, nos pide un amor total hacia Él.
A Dios tenemos que amarlo desde el corazón, desde el alma, con nuestros sentimientos, con la parte sentimental de nuestra alma. También con nuestro pensamiento, es decir, con nuestra mente o con nuestra parte racional, y con nuestra virtud, es decir, con el cuerpo. En otras palabras, debemos amarlo con todo lo que tenemos. El mismo Decálogo, en su primer mandamiento, nos pide un amor total para con Dios.
Solamente en Dios y después de Dios tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y es que, amando a Dios, encontramos nuestra verdadera naturaleza.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 123)