Con bondad, paciencia y benevolencia. Estas tres virtudes, que excluyen la ira, estremecen a los demás y los vencen sin necesidad de arma alguna... ¡Con ellas es posible vencer a cualquier enemigo, sin necesidad de luchar!

Lo mismo hizo nuestro Señor Jesucristo para vencer a Sus enemigos. Él, “como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca” (Isaías 53,7). Él, “al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba” (I Pedro 2, 23). ¿Y qué no logró Su mansedumbre sincera y paciente? ¿A qué terribles fieras con rostro de hombre no ablandó? Lee los Santos Evangelios y lo entenderás... Así pues, quien quiera vencer sin armas a quienes le envidan y estar más alto que ellos, que sea dócil, paciente, callado y generoso. Que sea como una oveja y así los vencerá, apaciguándolos. (…)

Recordemos que Dios ayuda solamente a los mansos, a los que son como ovejas, y no a los que se vuelven lobos, buscando despedazar a sus oponentes. Dios es el Pastor sólo de aquellos que no tienen maldad, y no de quienes devuelven mal con mal. Él desagravia sólo a quienes no se vengan, y no a esos que quieren hacerle el mal a sus enemigos.

(Traducido de: Sf. Dimitrie al Rostovului, Viața și omiliile, în col. Cetatea creștină, Editura Bunavestire, p. 90-91)