Palabras de espiritualidad

¿Cómo viene el hombre a la humildad?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Si alguien reconoce que necesita de la ayuda Divina, muchas oraciones elevará. Y mientras más ore, más humilde se hará su corazón. Porque todo el que ora y pide, debe humillarse, ya que: “Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito. ” (Salmo 50, 19).

Feliz de aquel que reconoce su debilidad. Porque ese reconocimiento es para él cimiento y raíz, principio de toda bondad. Porque cuando alguien se percata de su propia impotencia, arroja de su alma la desidia que oscurece el conocimiento, y empieza a cuidarla. Pero nadie puede darse cuenta de su impotencia sino cuando las aflicciones físicas o espirituales dejan de atormentarlo por un momento.

Porque asemejándose esa impotencia con la ayuda de Dios, se dará cuenta de cuán grande es ese auxilio. Igualmente, al observar la enorme cantidad de esfuerzos, como la vigilia y la abstinencia, en las que podría encontrar esperanza para su alma, sin conseguirlo. O si su corazón no se consuela debido al miedo, debe entender que ese miedo demuestra y significa que necesita del auxilio de alguien más. Porque es con ese temor que el corazón da testimonio de que algo le falta, al ser golpeado y perturbado. Y por eso se acusa a sí mismo, incapaz de alcanzar la esperanza. Porque el auxilio de Dios nos salva (Salmo 120, 2). Si alguien reconoce que necesita de la ayuda Divina, muchas oraciones elevará. Y mientras más ore, más humilde se hará su corazón. Porque todo el que ora y pide, debe humillarse, ya que: “Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito.” (Salmo 50, 19). Luego, el corazón no dejará de ser tentado, hasta que no se humille. Porque sólo la humildad hace que el corazón se ensimisme.

Y cuando el hombre se humilla, la misericordia lo rodea y siente en el corazón la ayuda de Dios. Porque el corazón ha conocido el poder de la esperanza, que se mueve en él. Y cuando el hombre siente que Dios está frente a él y lo ayuda, entonces el corazón se le llena de fe y entiende, desde aquí, que la oración permite ese auxilio, que es fuente de salvación, tesoro de esperanza, puerto seguro ante la tormenta, luz de los que viven en oscuridad, auxilio de los débiles, protección ante las tentaciones, alivio en la enfermedad, refugio en tiempos de guerra y temible saeta contra el enemigo; en pocas palabras, todas esas bondades entran en el alma, sólo por medio de la oración.

(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, pp. 102-103)