Palabras de espiritualidad

Compartiendo problemas y soluciones

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El día de la boda, ambos prometieron estar juntos “en lo bueno y en lo malo”.

He escuchado a muchos hombres decir: “No quiero atormentar a mi esposa con mis problemas... suficientes cargas tiene ella” (no pocos reconocen que quisieran erigir un monumento en honor a su cónyuge). Si alguna vez te sorprendes pensando igual, espero que te acuerdes de esta carta y examines tu propia actitud. El día de la boda, ambos prometieron estar juntos “en lo bueno y en lo malo”. El marido que olvide esto podría hacer mucho más daño, en el futuro, del que cree que hace actualmente si se abre y comparte con su esposa todos sus problemas. Desde luego, hay formas y momentos más o menos propicios para comunicar estas cosas; algunas veces es mejor dejarlo para después, dependiendo de la situación actual.

Pero la regla debe ser compartir todos los problemas: es más pernicioso no hacerlo. En primer lugar, porque destruyes la atmósfera de compañerismo, que es uno de los elementos (y razones) fundamentales del matrimonio. “Juntos” es una de las palabras más lindas jamás inventadas, y adquiere una belleza más especial cuando implica una pareja que se acerca cada vez más, cargando juntos el yugo de la vida, hombro a hombro.

Asimismo, si no compartes tus conflictos con tu compañero/compañera de vida, es como si estuvieras ofendiendo su inteligencia, dándole a entender que no es capaz de ayudarte a resolverlos. En el caso de tu esposa, conocerás lo inteligente que es cuando perciba inmediatamente que algo te abate y se sienta obligada a “descoserte” para poder saber qué es lo que te pasa. Y, tarde o temprano, su naturaleza femenina le hará preguntarse: “¿Qué anda mal en mí? ¿Por qué no confía en mí?”, “¿Acaso cree que no soy lo suficientemente inteligente como para ayudarlo?”, “¿Es que recurre a alguien más, para resolver sus problemas?”, y cosas semejantes. Conocí una pareja en la que el esposo era muy inteligente, pero ella se mantenía, ¿cómo decirlo?, “en otro planeta”. ¿Cómo resolvía aquel marido sus problemas? Meditando en voz alta, para hacer que ella participara también de las soluciones.

Si sabes hacerla participar de tus problemas y soluciones, le estarás demostrando la confianza que existe entre ustedes. Y todo esto se irá acumulando como una experiencia que luego habrá de serles útil a los dos.

(Traducido de: Charlie W. SheddScrisori către Filip. Sfaturi unui tânăr căsătorit, Editura Bizantină, București, 2011; p. 112)