Palabras de espiritualidad

Con la oración perseverante viene el fuego de Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Se ha dicho que Dios, es decir, Jesús, es un fuego que arde nuestros pecados y debilidades. Por esta razón, Aquel a quien invocamos, nuestro Dulcísimo Jesús, no puede sino alegrar nuestro corazón.

La oración es algo que puedes mantener en tu mente, aunque estés enfermo, o atravesando alguna tribulación, o cuando te hallas en la iglesia. Probablemente dirás que a veces esto puede hacer que te duela la cabeza… ¿qué hacer, entonces? Esfuérzate en unir tu pensamiento con Jesús, pero no solo en tu mente, sino dirigiéndolo también hacia el corazón. Claro está, esto puede causarte cierto dolor en el pecho, pero es necesario hacer esto que te digo. Nuestro Dios es como un fuego que abrasa. Y ahí donde hay impureza, duele. Luego, siendo indignos, ese dolor es algo normal, pero desaparece con el paso del tiempo…

¡Pero qué alegría rebosa después en el corazón! A veces, el Señor desea que el cristiano sienta consuelo, viéndolo extenuado por ciertas tensiones que esta oración puede generar. Se ha dicho que Dios, es decir, Jesús, es un fuego que arde nuestros pecados y debilidades. Por esta razón, Aquel a quien invocamos, nuestro Dulcísimo Jesús, no puede sino alegrar nuestro corazón.

(Traducido de: Starețul Anatolie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 105)