Palabras de espiritualidad

¿Con quién estamos? ¿Con Dios o con el enemigo de nuestra salvación?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Al entregarte al maligno, lo único que recibes es la desesperanza con sus perspectivas esenciales: la muerte, el suicidio, la vergüenza y el pesar experimentado al entender que fuiste embaucado.

Tanto los endemoniados como los cristianos son individuos que poseen el sentimiento del infinito. El cristianismo es el martirio de todo lo que es terrenal, pero también ofrece algo a cambio: la paz en esta vida y la promesa de la salvación futura. Por su parte, el maligno es mucho más exigente: a cambio del sentimiento de preeminencia, él no te ofrece más que desesperanza, mientras tú le entregas tu conciencia, tu paz, tu sueño. Vendes a tus amigos y familiares, cedes absolutanemnte todo —mucho más que todo—, y todo es en vano. ¿Qué obtuvo Judas de parte del demonio? Nada. Fue engañado. Recibió el desprecio de los ancianos y les devolvió el dinero. Lo único que le quedó fue la carcajada y la burla del Impuro.

A los santos se les pide mucho, pero no absolutamente todo, y no en vano. Ayunan, velan, se someten, pero no entregan su alma y su corazón.

El contrato que cerramos con el demonio es mucho más oneroso que el que hacemos con el Señor. De hecho, no es ni siquiera un contrato, sino un engaño. Das todo, no recibes nada. Al entregarte al maligno, lo único que recibes es la desesperanza con sus perspectivas esenciales: la muerte, el suicidio, la vergüenza y el pesar experimentado al entender que fuiste embaucado.

(Traducido de: Nicolae SteinhardtJurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, p. 269)