Una cosa es no rebelarte ante las difamaciones, las burlas, las pruebas y las tribulaciones, y otra mostrarte agradecido ante ellas y orar por aquellos que te las provocan. Una cosa es amarlos con el alma y otra grabarte en la mente el rostro de cada uno de ellos, para abrazarlo sin problemas cual amigos verdaderos, con lágrimas de amor sincero, sin que en ese momento aflore rastro alguno del enojo entre los dos. Pero una cosa aún más excelsa es que, enfrentando las tentaciones, el individuo mantenga el mismo sentimiento positivo hacia quienes se burlan de él de frente, calumniándolo, juzgándolo, condenándolo, difamándolo y escupiéndole al rostro, al igual que esos que por fuera muestran la fachada de la amistad, pero que por dentro hacen lo mismo, aún sin poder esconderlo. No obstante, aún más importante es que la persona olvide por completo todo lo que ha sufrido y no se acuerde de nada de ello, sea que estén ausentes o presentes quienes le han ofendido, recibiéndolos cual auténticos amigos, sin ningún pensamiento de lo ocurrido anteriormente.

(Traducido de: Maxime gugetări filocalice, Protosinghel Teodosie Paraschiv, Editura Fotini, p. 91)