Consejos para librar con brío la lucha espiritual
El Señor se apiadó de ti. Así pues, agradéceleselo y, en primer lugar, muéstrale tu gratitud por haberte elegido como amigo. Sé paciente, querido hijo.
«Recordando que el maligno es quien te ha estado atacando, para impedirte desde el mismo inicio que avances por el camino de la salvación, lucha con oraciones cortas (sobre todo, con la “Oración de Jesús”), con paciencia, sacrificio y obediencia. No obstante, lo más importante es no anidar pensamientos como: “¡Qué bien vivía antes!”, “Hubiera podido salvarme estando en casa, podía haber tenido una vida como los demás”, etc. Aparta esos pensamientos, porque provocan tu corazón se agobie. Si no los puedes alejar, comienza pensando que podías (y todavía es posible) haber terminado en prisión, encerrado por cinco o diez años. Píntate con los colores más reales el cuadro de esa vida, y la vida que llevas ahora te parecerá, en comparación, un Paraíso. Sabes bien que, en tu situación, es muy fácil errar, ser acusado y caer bajo el peso de una ley muy dura.
El Señor se apiadó de ti. Así pues, agradéceleselo y, en primer lugar, muéstrale tu gratitud por haberte elegido como amigo. Sé paciente, querido hijo. Y, cuando te calmes, te verás claramente a ti mismo y también a los demás. De momento, todo lo ves bajo una luz falsa, de la forma en que el maligno quiere mostrarte las cosas.
No juzgues ni condenes a nadie. Obedece a tus superiores y cumple sin quejarte lo que te pidan. Si tienes algo de tiempo libre, lee, con espíritu de oración, el Salterio o el Evangelio. Esmérate en practicar con atención y con todo el corazón la “Oración de Jesús”»
(Traducido de: Akedia, fața duhovnicească a deprimării – Cauze și remedii, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia. Cartea Ortodoxă, București, 2010, pp. 194-195)