Palabras de espiritualidad

Consejos para un médico pediatra

  • Foto: Constantin Comici

    Foto: Constantin Comici

Translation and adaptation:

La oración es una fuerza mística que se transmite místicamente al alma del otro.

Cierta vez, el padre Porfirio le preguntó a un pediatra:

¿Cómo atiendes a los niños?

Así, padre... respondió el médico y le enseñó cómo procedía.

Pon atención a lo que voy a decirte. Cuando atiendas a un niño, mantente orando en tu interior, repitiendo: “Señor Jesucristo, ten piedad de Tu siervo”. (Al decir esto, el padre suspiró profundo y abrió los brazos). De esta manera, con el corazón abierto, orarás por cada uno de tus pacientitos. Cada uno de ellos es un alma pequeña que Dios confía en tus manos. Cuando pongas tus manos sobre sus cabecitas, ora con fuerza, y la Gracia de Dios llegará a sus almitas.

Todo esto es un misterio de Dios. Los demás no podrían entenderlo.

Seguramente les recetarás algún medicamento de acuerdo a tus conocimientos, pero, finalmente, cada niño será sanado por Cristo, a Quien tú y sus padres orarán con fe. ¿Crees en lo que te digo?

En otra ocasión, le dijo al mismo médico:

Veo que no atiendes a tus pacientitos como te lo recomendé. La rutina te agobia y te olvidas de ti mismo. ¡Entrégate a Cristo y ofrécele estas pequeñas criaturas, con tu oración, para santificarlas!

Acuérdate de que Cristo sanó utilizando los sentidos, sea tomando de la mano, o tocando los ojos o la lengua. Lo mismo debes hacer tú.

Tomando en tus brazos a un niño pequeño, o tomando la mano de uno ya mayor, con tu oración intensa y ferviente, elevada a Cristo, harás que la Gracia venga y lo toque. ¿No es lo mismo que hace el sacerdote al celebrar los sacramentos? Para que venga la Gracia, el oficiante coloca sus manos sobre la cabeza de la persona a la que está confesando, o sobre el que está siendo ordenado, o sobre el que se está casando o está siendo bautizado.

La oración es una fuerza mística que se transmite místicamente al alma del otro.

(Traducido de: Agapie Monahul, Flacăra dumnezeiască pe care a aprins-o în inima mea PărintelePorfirie, Editura Bunavestire Bacău, 2005, pp. 104-105)