Conservar la imagen y semejanza con Dios
¡Qué terrible será si el Señor no reconoce Su imagen y ninguna semejanza con Él en nosotros!
Permanece atento a ti mismo. No olvides que eres imagen y semejanza de Dios, que es tu deber mostrarte de esa manera, en pureza y santidad, ante Dios Mismo. ¡Y qué terrible será si el Señor no reconoce Su imagen y ninguna semejanza con Él en nosotros! Porque pronunciará su estremecedora sentencia: “¡No os conozco!” (Mateo 25, 12). La imagen de los que sean encontrados indignos será arrojada al fuego eterno del infierno.
Y si, al examinarla, el Señor encuentra en el alma una gran semejanza consigo Mismo, si ve en ella la belleza que Él, en Su infinita bondad, le concedió al crearla, semejanza que rehízo y multiplicó al redimirla, y la cual le ordenó cuidar y mantener libre de mancha y pecado, con el cumplimiento de los mandamientos evangélicos, un inefable júbilo la inundará.
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Cuvinte către cei care vor să se mântuiască, traducere de Adrian și Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2000, p. 43)