Creciendo, esfuérzate en alumbrar a otros con tu revelación
Adán no hubiera sufrido la muerte y descomposición, si hubiera permanecido en el orden natural que Dios había establecido para él, si se hubiera quedado cerca del amor de Aquel que lo creó.
Adán no hubiera sufrido la muerte y descomposición, si hubiera permanecido en el orden natural que Dios había establecido para él, si se hubiera quedado cerca del amor de Aquel que lo creó.
Pero, además de separarse del Creador y unirse a la criatura, abandonó también su estado original, para hacerse parte de lo no-natural, lo carnal, del deseo desmedido. Entonces, necesariamente fue entregado a la descomposición y a la muerte. Porque, apartándose de la integridad y la vida, cayó en la desmesura, en la fornicación y, con su caída, se alejó de nuestra anterior naturaleza de mente y edad perfecta, para entrar en la edad pueril y en la mente cándida y silente. Así, todos venimos a este mundo siendo niños pequeños e impotentes, siendo del pecado.. Sin embargo, por ser tan imperfecto, no te permitas volver a la mente infantil, sino elévate y crece hacia una mente plena, adecuada a tu edad. Luego, creciendo, esfuérzáte en alumbrar a los otros con tu revelación, no en el silencio infantil, sino en la edad y juicio plenos, para sacar a todos de la oscuridad de la desmesura, llevándolos a la luz del entendimiento y del conocimiento.
(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Alfabetul duhovnicesc, Editura Sophia, București, 2007, pp. 51-52)