Es fácil reconocer la diferencia, porque son dos lugares especiales en los que se hallan contenidos esos dos centros. La mente está en la cabeza y el otro centro es el corazón, en donde radica el sentimiento y la voluntad. En la cabeza también residen la inteligencia y la memoria.

Sin embargo, en la vida espiritual el corazón espiritual no coincide con el corazón carnal. El corazón espiritual es el centro en el cual vive Dios en nosotros. Este centro también se llama “corazón”. En este centro, en el corazón, puede morar Dios, o puede venir a habitar el maligno. Y también puede ser casa para cualquier pasión. Algunas veces, el mismo soberano de la oscuridad entra en este lugar santo de nuestra alma. Y entonces nuestra vida se vuelve una vida vacía, una vida mala, una vida tenebrosa, una vida de pecado.

Cuando el Espíritu Santo está en nosotros, tal como fuimos creados para que lo tuviéramos en nuestro interior, nuestra vida se llena de luz, de humanidad, de amor y de humildad. De esta manera, este corazón, sobre el cual me están preguntando, es el centro espiritual del ser de cada uno de nosotros.

(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Ne vorbește Părintele Sofian (Boghiu), volumul I, Editura Episcopiei Romanului, 1997, pp. 75-76)