Cuando alguien señala nuestros defectos…
Tenemos que apreciar a esas personas y perdonarlas por el hecho de que, con sus palabras más bien francas, echan abajo nuestra actitud egoísta.
A menudo nos enfadamos con aquellos que, abierta y directamente, nos revelan nuestros defectos.
Tenemos que apreciar a esas personas y perdonarlas por el hecho de que, con sus palabras más bien francas, echan abajo nuestra actitud egoísta.
Son, desde un punto de vista moral, como cirujanos que, con una palabra afilada, extraen la gangrena de nuestro corazón. Son los verdugos de nuestra soberbia y despiertan en nuestra alma aletargada la conciencia del pecado, provocando en ella una reacción vital.
(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viaţa mea întru Hristos, traducere de diac. Dumitru Dura, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 1995, p. 102)