Sin lugar a dudas, el más pobre de todos los hombres, aquel que no tiene ninguna posesión material, pero que sirve con agrado a Dios, es mil veces más rico que el más grante potentado del mundo. Con el don de Dios, con la pureza de su corazón, con su amor y compasión hacia aquellos que viven en la miseria y en la tribulación, con eso es mucho más rico que todos, pero, ante todo, con su amor ferviente hacia nuestro Dios y Salvador.

Para Dios todo es posible. Él puede privar de los bienes espirituales a los duros e inmisericordes.  Y puede darles las alegrías más grandes a los desdichados y a los desamparados.

(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, Predici, Editura Sophia, București, 2010, pp. 339-340)