¿Cuándo conocemos nuestra recompensa por el esfuerzo ascético realizado?
La presencia de los dones del Espíritu Santo es la prueba y señal del Reino de Dios.
Tal vez podamos preguntarnos si el ascetismo no es acaso una carrera continua, con satisfacciones muy lejanas, en la vida futura. La respuesta, evidentemente, es “no”. La mayoría de veces, las satisfacciones del esfuerzo ascético son inmediatas. ¿Por qué? Porque, por una parte, cualquier renuncia a las pasiones es ya un motivo de júbilo, y por otra, porque cualquier lugar purificado del mal viene a ser ocupado por el bien, por un don de Dios, con la participación del Espíritu Santo. Los grandes ascetas dieron amplias pruebas de ataviarse con tales dones. Estos dones se ofrecen en la medida de nuestra disponibilidad o merecimiento de ellos, y las diversas formas de ascesis son otros tantos compromisos con miras a esta dignidad. La presencia de los dones del Espíritu Santo es la prueba y señal del Reino de Dios.
(Traducido de: Părintele Vasile Răducă, Ghidul creștinului ortodox, Editura Humanitas Practic, p. 188)