Cuando el alma enfrenta la tentación…
La tentación que viene de Dios para provecho del hombre jamás aparta la buena esperanza del alma, como ocurrió con Job. Por eso es que él clamaba así a Dios: «Yo esperaría, hasta que llegue mi relevo (Job 14, 14) y me fijaras un plazo para acordarte de mí» (Job 14, 13).
Las tentaciones no provienen solamente de Dios o del demonio. Sin embargo, muchas veces caemos en tentaciones, peligros e incluso enfermedades, justamente debido a nuestra falta de discernimiento y cuidado, como sucede con aquellos que, aun viendo el cambio de estación y la inmediata instalación del temporal, desatan su barca y se lanzan al mar, en donde los espera un sinfín de peligros.
La tentación que viene de Dios para provecho del hombre jamás aparta la buena esperanza del alma, como ocurrió con Job. Por eso es que él clamaba así a Dios: «Yo esperaría, hasta que llegue mi relevo (Job 14, 14) y me fijaras un plazo para acordarte de mí» (Job 14, 13).
Por el contrario, las tentaciones que vienen del demonio, con el permiso de Dios, llenan el alma de desesperanza, ira y desaliento.
(Traducido de: Sfântul Anastasie Sinaitul, Întrebări și răspunsuri, 90, CCSG 56, p. 144)