Cuando el arrepentimiento llega demasiado tarde
Los pecados de los que el alma se arrepintió antes de la muerte ya no le son tomados en cuenta, ni se le recuerdan al pasar los “peajes” y al ser juzgada.
En este mundo el alma puede llegar a conocerse a sí misma, con la ayuda de la Gracia de Dios, y a obtener —por medio del arrepentimiento sincero— el perdón de sus pecados; sin embargo, después del sepulcro, la tarea de mostrarle al alma su ignonimia les corresponde a los ángeles caídos. Los demonios, soberanos del mal en el mundo, le muestran entonces todas sus malas acciones, recordándole también las circunstancias en las que aquel mal fue cometido. El alma reconoce entonces sus errores, previendo el Juicio de Dios. De esta forma, el Juicio de Dios no es sino ese al que el alma se somete sola. Los pecados de los que el alma se arrepintió antes de la muerte ya no le son tomados en cuenta, ni se le recuerdan al pasar los “peajes” y al ser juzgada.
Por su parte, los ángeles buenos presentan, al pasar el alma por los peajes, las buenas obras que esta realizó.
(Traducido de: Părintele Mitrofan, Viața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința Strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, p. 29)