“¡No temas, porque la misericordia de Dios es mucho más grande que todos tus pecados!”
Hasta el hombre más perverso debe acordarse de Dios tres veces en su vida:
– cuando vea al inocente sufrir por culpa suya;
– cuando sufra por culpa de los demás;
– cuando le llegue el momento de morir.
Hasta el más grande pecador debe llorar tres veces en su vida:
– cuando los demás lo acosen y lo persigan, como si fuera una fiera salvaje, y sea consolado por la mano de su madre;
– cuando, hallándose enfermo, todos los demás lo abandonen y el único que venga a verlo sea su enemigo de toda la vida, trayéndole obsequios y perdón;
– cuando, estando en su lecho de muerte, venga el sacerdote y le diga: “¡No temas, porque la misericordia de Dios es mucho más grande que todos tus pecados!”.
El hombre se asemeja a Dios tres veces en su vida:
– cuando se convierte en padre;
– cuando comulga con Cristo y entiende lo que esto significa;
– cuando se reconcilia con su propio sufrimiento, sabiendo que es justo.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Învățături despre bine și rău, Editura Sophia, București, 2006, p. 66)