Cuando el maligno nos tienta por medio del sueño o con el deseo de hablar de cosas inútiles
“Amados hermanos, les suplico que reconozcan la acción del maligno y que cada uno de ustedes evite dormitar al hacer o escuchar algo espiritual”.
Un anciano asceta solía orar a Dios, pidiéndole que jamás le dejara dormitar en medio de alguna conversación espiritual, y, por otra parte, quedarse dormido cuando alguien empezara una conversación inútil o se dispusiera a juzgar a sus semejantes, para que sus oídos no se llenaran de semejante veneno. Y decía que el demonio es quien nos induce a hablar de cosas banales, porque es el enemigo de toda enseñanza espiritual. Y, para reforzar esta idea, una vez puso el siguiente ejemplo: «En cierta ocasión, mientras les estaba dando unos consejos espirituales a algunos monjes, estos cayeron presa de un profundo deseo de dormir. Tan fuerte era aquella sensación, que eran incapaces de mantener los ojos abiertos. Queriendo demostrarles que todo eso no era sino cosa del demonio, empecé a hablar de asuntos triviales, cosas inúitiles, lo cual hizo que todos se despertaran en el acto. Suspirando, les dije: “Mientras les hablaba de cosas celestiales, a ustedes les resultó casi imposible mantenerse despiertos. Pero, cuamdo me puse a hablar de cosas sin ningún valor, todos espabilaron. Por eso, amados hermanos, les suplico que reconozcan la acción del maligno y que cada uno de ustedes evite dormitar al hacer o escuchar algo espiritual”».
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 129)