Cuando hablemos con Dios, pidámosle esto…
Pidámosle a Dios lo que es digno de Él y también lo que solamente Él nos puede dar.
Pidámosle salud física y espiritual. Pidámosle la iluminación de nuestra mente y también sabiduría, para no errar el camino que nos ha de llevar a Él. Pidámosle bondad espiritual y humildad de corazón, porque el Mismo Señor dice: “Aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”. Pidámosle tener equilibrio en todo lo que hacemos, con la convicción de que, al morir, responderemos ante Él por la forma en que hayamos vivido en este mundo.
Pidámosle celo en la lectura de la Santas Escrituras, y también la capacidad de entenderlas y poder cumplir con los mandamientos divinos. Pidámosle la Gracia del Espíritu Santo y la salvación de nuestras almas. Pidámosle a Dios lo que es digno de Él y también lo que solamente Él nos puede dar. Pidámosle Su auxilio para que, durante toda nustra vida, “busquemos primero el Reino de Dios y Su justicia, porque todo lo demás se nos dará por añadidura”. Esto es lo que tenemos que pedirle a Dios con nuestras oraciones.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Sofian, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 16)