Cuando el desdichado ejemplo y los desdichados deseos de los padres abaten a los hijos del cumplimiento de sus santos deberes ante Dios, cuando los llevan a la comisión de actos contrarios a Su ley, que afectan la paz de la conciencia, que son contrarios al bien verdadero y a la salvación del alma inmortal, cuando los padres o quienes tutelan a los hijos les piden cosas contrarias a la fe o a la ley de Dios, tenemos que decirles lo que los Apóstoles les dijeron a las autoridades de los judíos: “Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios” (Hechos 4, 19), y después tenemos que soportar, por la fe y por la ley de Dios, todo lo que venga.

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 210)