¿Cuándo oramos correctamente?
La oración es la “catapulta” contra los demonios, contra los vicios, contra el pecado y, en general, en contra de todo lo que se opone a la salvación. Si llamas “puerto” a tu oración, no estarás errando, porque es allí en donde la nave encuentra refugio y salvación en los momentos de tormenta. La oración cambia el corazón lleno de iniquidad, vicios y egoísmo, purificándolo y alejándolo de los malos deseos. La oración aleja la desesperanza, la indiferencia, la dejadez, porque crea un nuevo impulso para seguir luchando.
¡Qué maravillosa es la oración! El que ora se muestra luminoso porque conoce la voluntad de Dios. ¿Y cuándo empieza a conocerla? Desde luego, cuando ora de forma correcta. ¿Y cuándo oramos correctamente? Cuando enviamos nuestra oración a Dios, con todos los “ingredientes” requeridos. ¿Cuáles son esos “ingredientes” que la hacen más agradable? Humildad, lágrimas, contrición, simpleza y obediencia por medio del amor. La oración difunde luz y esa luz hace evidente el camino correcto que Dios desea que sigamos.
La oración es la “catapulta” contra los demonios, contra los vicios, contra el pecado y, en general, en contra de todo lo que se opone a la salvación. Si llamas “puerto” a tu oración, no estarás errando, porque es allí en donde la nave encuentra refugio y salvación en los momentos de tormenta. Puedes llamarla “azada”, “segur”, “brújula” o “lámpara”... ¡Puedes darñe miles de nombres, que no te equivocarás!
Por eso, la oración debe cambiar el corazón lleno de iniquidad, vicios y egoísmo, purificándolo y alejándolo de los malos deseos. Cuando el centro es purificado, todo lo demás se purifica también. La oración aleja la desesperanza, la indiferencia, la dejadez, porque crea un nuevo impulso para seguir luchando.
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Părintele Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 36-37)