Cuando preferimos el pecado a quedarnos con Dios...
Con cada acuerdo con el pecado —y por medio del pecado, con los demonios—, traicionamos al Señor, lo vendemos por el miserable precio del pecado.
El Señor espera ver hacia dónde se inclina nuestro corazón: si conserva la fidelidad hacia Él o si lo traiciona por la dulzura pasajera del pecado. Los Santos Padres decían: “Cercena los malos pensamientos y habrás cercenado todo lo malo de tu mente”.
Es muy importante tener presente que, con cada acuerdo con el pecado —y por medio del pecado, con los demonios—, traicionamos al Señor, lo vendemos por el miserable precio del pecado. ¿A Quién y por qué lo cambiamos? El rechazo personal del pecado y la lucha contra él mediante la oración y la confesión son absolutamente necesarios.
(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, p. 150)
