Cuando reconocemos nuestra debilidad, Dios empieza a obrar
Quien haya conocido la debilidad de la naturaleza humana, ese habrá experimentado también el poder divino.
Quien haya conocido la debilidad de la naturaleza humana, ese habrá experimentado también el poder divino. Así, luego de que, con la ayuda de Dios, ha realizado algo, mientras se esfuerza en cumplir con lo demás, nunca difamará a ninguno de sus semejantes.
Porque sabe que, tal como Dios le ha ayudado, librándolo de muchas y terribles pasiones, del mismo modo sanará a otros —porque es Todopoderoso y ofrece Su pronto auxilio, especialmente a aquellos que le sirven— , aunque por Su misteriosa Providencia no libre a todos de un tajo de sus pasiones, sino cuando lo considera adecuado, como un avezado médico y amante de la humanidad, sanando a cada uno de los que perseveran.
(Traducido de: Sfântul Maxim Mărturisitorul, Patru sute de cugetări creștine, Editura Credința Strămoșească, Iași, 1998, pp. 70-71)