Un día, caminando en las afueras de la ciudad, se detuvo junto a una casa muy pobre. Se acercó un poco a la ventana y vio que adentro había una familia reunida para cenar. Pero, a pesar de su humilde condición, aquellas personas tenían unos jóvenes que les servían la comida. Estos portaban una vestimenta muy luminosa, y cada uno le servía a un miembro de familia diferente. Asombrado, el piadoso se preguntó: “¿Qué es esto? Es una familia muy humilde, ¿y tienen sirvientes que resplandecen?”.

Entonces, Dios le reveló la verdad de lo que estaba viendo. Esos jóvenes resplandecientes eran ángeles del Dios Todopoderoso, que, como buenos siervos, son enviados a servirles a todos los cristianos cuando comen. Pero, si en esos momentos alguien dice alguna grosería, los ángeles huyen inmediatamente, como las abejas del humo. Y, alejándose los ángeles, viene un demonio negro y oscuro, e induce a las personas a hablar de cosas banales y vulgares.

(Traducido de: Un episcop ascet, Viața și învâțâturile Sfântului Ierarh Nifon, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 52)