Palabras de espiritualidad

¡Cuánta fuerza tiene la oración elevada con fe y esperanza!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

¿Ves que nuestro Dios vive y que ayuda a quienes oran con fervor? Inténtalo otra vez, con fe y esperanza.

—Tu esposo es ateo, y esto es algo que está envenando tu vida. A partir de ese ateísmo han brotado en él los peores males que hay bajo el cielo: es irascible, inmoral, iracundo, cruel, vulgar. Podría decirse que está “a medio camino”: no es ni hombre, ni animal. Una sombra de hombre y una sombra de animal, guiada en secreto por un espíritu impuro. Sufre de una cierta “locura cultural”, porque desde que era pequeño asumió el ideal: “¡Cultura en vez de Dios!”.  No te queda más que orar a Aquel que es el Único que puede ayudarlo. De nada te servirá consultar al congreso de todos los médicos europeos, ni pedir el auxilio de los parlamentos y academias científicas, ni apelar a las Naciones Unidas, ni a la fuerza militar de todos los pueblos y países: nada ni nadie lo podría ayudar. El demente seguirá siendo demente, el maníaco seguirá siendo maníaco, la sombra seguirá siendo sombra. Solamente su Creador lo puede ayudar, es decir, Aquel a quien el demente se opone, Aquel a quien le ha declarado la guerra, sabiendo que él mismo no es más que un simple gusano de tierra. Solamente Dios lo puede salvar, si tú, con tus oraciones, consigues que Él se apiade.

¿Quién es el santo protector de tu familia?

—Son dos: San Jorge y San Lucas.

—¿Por qué dos?

 —San Jorge es la antigua devoción de nuestros padres, y a San Lucas lo honramos porque salvó a mi esposo de la prisión. En tiempos de la ocupación, cuando los austríacos llevaban a mi esposo a la cárcel, para después encerrarlo en un campo de concentración, me arrojé de rodillas y durante tres horas le estuve pidiendo a San Lucas, porque era su día, prometiendo que lo veneraría con la misma devoción que a San Jorge, si mi esposo quedaba libre. Oré con esperanza cuando no quedaba más esperanza y, estando aún de rodillas, tres horas después de que se lo llevaron, vi cómo mi esposo volvía a casa… ¡lo habían dejado libre!

—¿Ves que nuestro Dios vive y que ayuda a quienes oran con fervor? Inténtalo otra vez, con fe y esperanza.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, Editura Sophia, pp. 265-266)