¡Cuánto hay que bregar, si queremos apartar el pecado de nuestros corazones!
Es necesario luchar con brío y velar perseverantemente; de lo contrario, el pecado, que es muy miserable, nos terminará sometiendo y nos hará sus esclavos.
¡Cuánto participamos, a través de los sentidos corporales, de las cosas que vemos! Por ejemplo, con la vista observamos a quienes pasan junto a nosotros: vemos sus rostros, su forma de caminar, su forma de vestir y, a menudo, nos dejamos atraer de un modo pecaminoso por cada uno de esos detalles. Casi siempre utilizamos nuestros sentidos de una forma abiertamente pecaminosa, y es que el demonio se vale de nuestros sentidos para alejar nuestros corazones de Dios.
¡Ay de nosotros! Es necesario luchar con brío y velar perseverantemente; de lo contrario, el pecado, que es muy miserable, nos terminará sometiendo y nos hará sus esclavos. ¡Por Tu santísimo Nombre, ayúdanos, Señor! ¡Dios Omnipotente, quédate con nosotros!
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Spicul viu. Gânduri despre calea mântuitoare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2009, p. 57)