¿Cuánto valor tiene lo que poseemos? ¿Es mejor no tener nada?
Así es el hombre de hoy y así ha sido siempre: Dios le da de todo, y él debe saber elegir solo lo que necesita, y en la medida en que lo necesita.
“Tal como no es posible que un camello pase por el ojo de una aguja, así tampoco el rico puede entrar por la puerta del Paraíso”. La riqueza no es un pecado, si se ha adquirido de forma honrada y de ella se benefician muchas personas, tal como la pobreza no es una virtud si el hombre no ha elegido el camino de la renuncia a todas las cosas mundanas, optando por servir a Cristo.
Cuando el barco está en peligro de hundirse, ¿qué hace el navegante juicioso? Arroja por la borda todas las riquezas de la nave para salvar su vida, para salvarse para la Vida. Al contrario, aquel que no se atreve a arrojar nada, se hunde con todas sus riquezas: elige la muerte del cuerpo y del alma. Así es el hombre de hoy y así ha sido siempre: Dios le da de todo, y él debe saber elegir solo lo que necesita, y en la medida en que lo necesita.
(Traducido de: Adrian Alui Gheorghe, Părintele Iustin Pârvu. O misiune creștină și românească, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 181)