¿Cuántos de nosotros no hemos caído en este engaño?
Si no te confiesas con tu padre espiritual, es imposible que puedas librarte del engaño. Esta es la razón por la cual el Señor les concedió a los padres espirituales la potestad de remitir y no remitir nuestras faltas.
El hombre cae en el engaño, sea por falta de experiencia o por causa de su propio orgullo. Si es por inexperiencia, el Señor nos sana inmediatamente. Pero si es por orgullo, el alma tendrá que sufrir largamente, hasta que aprenda a ser humilde. Solo entonces el Señor vendrá a sanarla.
Caemos en el engaño, cuando creemos que somos más inteligentes y experimentados que los demás, incluso más que nuestro propio padre espiritual. Yo mismo llegué a pensar así, por mi falta de experiencia, y tuve que sufrir mucho. Hoy puedo decir que le agradezco mucho a Dios por haberme hecho humilde, por haber abierto mi entendimiento y por no haberme privado de Su misericordia. Por eso, si no te confiesas con tu padre espiritual, es imposible que puedas librarte del engaño. Esta es la razón por la cual el Señor les concedió a los padres espirituales la potestad de remitir y no remitir nuestras faltas.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2000, pp. 187-188)