¡Cuidado, la envidia es un verdadero peligro para el alma!
No hay mal con el que no esté emparentada la envidia. Una vez entra en el alma y la domina, la convierte, de un vaso creado para la honra, en una vasija de deshonra y fealdad.
De todas las pasiones, la más peligrosa para la verdad y la virtud es la envidia: “Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen” (Sabiduría 2, 24).
Es también por ella que el pecado se multiplica en la tierra. Esta pasión engendra otras más y es extraordinariamente peligrosa, debido a que los que se ven sometidos por ella la ocultan aún de sí mismos. Este irreconciliable enemigo de la virtud se enardece con todo lo que provoca la admiración de los demás y no le perdona nada a nadie, solamente la falta de virtud a los perversos. Debemos hacernos indignos de las miradas de los demás, para atraer la atención y compasión del envidioso.
No hay mal con el que no esté emparentada la envidia. Una vez entra en el alma y la domina, la convierte, de un vaso creado para la honra, en una vasija de deshonra y fealdad.
(Traducido de: Cuviosul Bonifatie de la Teofania, Bucuria de a fi ortodox, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 73-74)