Palabras de espiritualidad

Cumplir con los mandamientos, un deber del cristiano

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si no puedes actuar virtuosamente, porque el pecado te tiene atado, y esto te impide practicar los mandamientos, ¿con qué acciones y sacrificios pretendes borrar tu pecado?

Algunos, equivocadamente, dicen: “Queremos cumplir con los mandamientos, pero no podemos, porque el pecado nos domina. Entonces, lo primero que tenemos que hacer es esforzarnos en borrar nuestras faltas, para después poder cumplir con los mandamientos como es debido. Además, es justo reconocer que, quien diga algo así, no entiende lo que dice ni tiene cómo demostrarlo, porque, si no puedes actuar virtuosamente, porque el pecado te tiene atado, y esto te impide practicar los mandamientos, ¿con qué acciones y sacrificios pretendes borrar tu pecado?

Y es que el sacrificio del cristiano consiste en cumplir con los mandamientos. Pero tú dices que “no puedo cumplir con los mandamientos, si antes no me purifico por medio del esfuerzo y el sacrificio”. Enséñame esos sacrificios que están aparte de los mandamientos, y te daré la razón. Porque, si oras, eso es un mandamiento; si apartas los malos pensamientos, eso también es un mandamiento; si ayunas y velas, estás cumpliendo otro mandamiento; si practicas la caridad, eso también es un mandamiento, al igual que dar el alma, cargar con tu cruz, y cualquier otra acción virtuosa. Todo eso nos fue ordenado por Dios. Por eso, tenemos que esforzarnos en el sacrificio que implica el cumplimiento de los mandamientos, sin dar marcha atrás, no para borrar nuestras faltas, sino para no volver a pecar.

Los mandamientos no borran el pecado, porque esto solo lo ha hecho la Cruz, sino que protegen los límites de la libertad que se nos concedió al ser bautizados. Ahora, dime, hermano: si con tus actos borras el pecado de Adán, ¿cómo es que Cristo murió por nuestros pecados, de acuerdo con las Escrituras (I Corintios 15, 3)?

(Traducido de: Sfântul Marcu Pustnicul, Scrieri, Editura Egumenița, Galați, pp. 55-56 )