Darle al Señor lo mejor que tenemos
¿Por qué ofendes a tu Señor, dándole solamente restos y migajas?
Si conoces a quienes han sufrido por tu injusticia, devuélveles lo que les quitaste, o dales más de lo que tomaste de ellos, como lo hiciera Zaqueo, el publicano del Evangelio. Y si no conoces a esos oprimidos, corre a darles a los pobres todo lo que has ganado injustamente. Solo así podrás librarte de las aflicciones que llaman a tu puerta.
Si devuelves solamente lo que despojaste, no obtendrás ningún provecho. El ejemplo de Zaqueo es suficientemente explícito en lo que respecta a esto. Solamente cuando el publicano prometió: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres; y si he estafado a alguien, le devolveré cuatro veces más”, el Señor respondió: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa” (Lucas 19, 8-9).
Nosotros hacemos justamente lo contrario: arrebatamos mucho y devolvemos poco, pensando que con esto somos perdonados de nuestras injusticias y que, así, apaciguamos a Dios. Acordémonos de Caín, quien le presentó a Dios un sacrificio que no le agradó a Él y, aun sin haber cometido ninguna injusticia previa, fue castigado severamente.
Entonces, ¿cómo seremos castigados nosotros, quienes damos unas simples migajas de lo que tenemos al pobre, es decir, a Cristo? ¿Por qué ofendes a tu Señor, dándole solamente restos y migajas? Cristo no aceptaría esa comida, aunque estuviera sufriendo por causa del hambre. Es mejor no darle nada, que darle lo que pertenece a otros.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, pp. 223-224)