Palabras de espiritualidad

De cómo el Evangelista Juan se le apareció a San Gregorio Palamás

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

«He venido de lo alto como emisario de la Señora de todo lo santo, para preguntarte ¿por qué clamas sin cesar, día y noche, “Ilumina mi oscuridad, ilumina mi oscuridad”

Luego de estar dos años con el padre Nicodemo (de Athos), Gregorio tuvo una visión divina. Un día, mientras practicaba la oración con la mente, se le apareció un hombre alto y luminoso. Gregorio lo reconoció inmediatamente como el Santo Apóstol y Evangelista Juan, el Hijo del Trueno, el discípulo amado y amigo de Cristo.

Lleno de afecto, el Apóstol le dijo a Gregorio:

—He venido de lo alto como emisario de la Soberana de todo lo santo, para preguntarte ¿por qué clamas sin cesar, día y noche, “Ilumina mi oscuridad, ilumina mi oscuridad”?

Gregorio respondió:

—¿Qué otra cosa podría decir en mi oración a Dios, sino pedirle misericordia y luz para conocer y hacer Su voluntad, a pesar de ser un miserable y estar lleno de pecados?

Entonces, el discípulo amado de Cristo le respondió:

—La Reina de todos te ordena que dejes de temer y lamentarte, que yo vendré siempre en tu auxilio.

Después, Gregorio preguntó:

—¿En esta vida o en la futura vendrás a ayudarme como colaborador de la Madre del Señor?

El gran Evangelista respondió con alegría y dulzura:

—¡Te he ayudado en muchas ocasiones, te sigo ayudando, y lo seguiré haciendo en el futuro!

Luego de comunicarle este inefable don de la Madre del Señor, el Evangelista desapareció. A partir de este acontecimiento podemos entender que la Gracia Divina estaba preparando a Gregorio para seguir los pasos del “Teólogo”.

(Traducido de: Viaţa şi nevoinţele celui între sfinţi părintelui nostru Grigorie Palama, Arhiepiscopul Thessalonicului, traducere de Constantin Făgeţan, Editura Egumenița, București, 2006, p. 13)