De cómo el maligno busca impedir que oremos
Con sólo decir: “¡Recíbeme, Padre! ¡Ten piedad de mí!”, Él vendrá a buscarte y te besará. ¡Tan grande es el amor del Padre Celestial por nosotros, que no somos sino unos indignos!
Mi padre espiritual me decía que los obstáculos para la “Oración del corazón” vienen de dos direcciones: izquierda y derecha. Si el enemigo no consigue desviarnos de la oración, utilizando para ello pensamientos impuros y apetitos lascivos (tentaciones que vienen de la izquierda), nos hace evocar recuerdos agradables y nos inspira pensamientos agradables (tentaciones desde la derecha), para impedirnos —al menos con algo— que sigamos practicando esa oración que no puede sufrir. Esto se llama: “usurpación desde la derecha”, cuando el alma olvida su diálogo con Dios, para entregarse a la grata conversación consigo misma y con otras criaturas.
Si haces algo para Dios, con el valor de una simple moneda de níquel, Él te devolverá una moneda de oro. Si no haces otra cosa que pensar en ir al Padre, Él saldrá a tu encuentro. Con sólo decir: “¡Recíbeme, Padre! ¡Ten piedad de mí!”, Él vendrá a buscarte y te besará. ¡Tan grande es el amor del Padre Celestial por nosotros, que no somos sino unos indignos!
(Traducido de: Pelerinul rus, Editura Bunavestire, Bacău, 2008, p. 62)