Palabras de espiritualidad

De cómo fue sanado milagrosamente un enfermo de cáncer

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El hombre, desconsolado, le contó lo que le apesadumbraba. Al terminar, la monja le preguntó si lo podía persignar para ayudarlo a sanar, a lo cual este accedió.

En los últimos años, la Venerable Ipomoni se ha revelado muchas veces a una gran cantidad de cristianos devotos y también a personas de otras religiones.

Recordamos un suceso que describe una de las milagrosas apariciones de la santa.

Santa Ipomoni, con el aspecto de una monja, se le apareció a un taxista de Atenas. Detuvo el auto y le pidió al piloto que la llevara a Lutraki. El taxista sufría de cáncer de piel en sus manos, cosa que lo había llevado a la más profunda desesperanza. De camino, la monja, que llevaba un bonete monacal con una cruz roja, le preguntó:

—¿Por qué estás tan triste?

Y el hombre, desconsolado, le contó lo que le apesadumbraba. Al terminar, la monja le preguntó si lo podía persignar para ayudarlo a sanar, a lo cual este accedió.

Unos minutos después, el hombre sintió que lo inundaba un profundo sueño. Preocupado, le pidió a la monja que le permitiera detenerse un poco a la orilla del camino, porque, de seguir conduciendo, podrían tener algún accidente. La monja aceptó. Cuando se despertó, el taxista comprobó lleno de asombro que sus manos habían sanado y que la monja había desaparecido. Se puso en marcha nuevamente y, al llegar al peaje más próximo, le preguntó a los cajeros si habían visto pasar a alguna monja, a lo cual todos respondieron con una negativa. Entonces, asustado, el hombre volvió a su vehículo y entendió que se había encontrado con una mujer santa. Sin saber qué hacer, se le ocurrió que debía ir a visitar urgentemente a su médico, para contarle lo sucedido. Ya en el consultorio, cuando le estaba relatando todo al doctor, su mirada se detuvo en un pequeño ícono que este tenía en un anaquel. Se levantó y, señalando el ícono con el dedo, exclamó:

—¡Esa es la monja!

Era el ícono de Santa Ipomoni. De esta forma el taxista vino a enterarse quién le había sanado y librado de la desesperanza. El bonete con una cruz roja demuestra su origen antes de convertirse en emperatriz de Bizancio, y con ese mismo signo terminó su vida en este mundo.

Este milagro tuvo lugar un 13 de marzo, justamente en la festividad de Santa Ipomoni.

El ícono y la venerable cabeza de Santa Ipomoni se hallan en el Monasterio de San Patapio en Lutraki, y la Iglesia Ortodoxa sigue recordándola cada 13 de marzo, como hoy.