De cómo puede organizar su tiempo diario el cristiano
Quienes tengan una devoción más fuerte, jóvenes y adultos, pueden dormir menos y orar más.
La mayor parte del día, es decir, unas diez o doce horas, el cristiano debe utilizarla para sus propias actividades, trabajando manual e intelectualmente, tanto en familia como en su lugar de empleo.
Debe reservar unas seis horas para dormir. Para orar, hacer postraciones —en la mañana, en la tarde y de madrugada—, debe utilizar al menos una hora o dos. Para leer libros de edificación espiritual, al menos una hora. El resto del tiempo puede utilizarlo para sus distintos asuntos familiares. En los días festivos, el tiempo de oración debe aumentarse en unas dos horas, con la participación en la Divina Liturgia. Lo mismo se aplica a la lectura de libros espirituales: al menos, dos horas más, según la devoción y las posibilidades de cada quien. Y el resto del tiempo puede utilizarlo para reunirse con otros fieles, o para visitar hospitales, enfermos y monasterios; o para descansar, meditar y practicar el bien a los demás.
Quienes tengan una devoción más fuerte, jóvenes y adultos, pueden dormir menos y orar más. Quienes no tengan esa aptitud, como los enfermos y los niños, pueden descansar más. Sin embargo, en todo debe primar el consejo del padre espiritual.
(Traducido de: Protosinghelul Ioanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în Biserică, volumul I, Editura Sfintei Mănăstirii Sihăstria, 1991, p. 69)