De cómo reconciliarnos con los demás
“Esta es el arma de los justos, quienes prefieren retroceder para vencer, tal como los mejores arqueros, al replegarse, suelen dar en el blanco con más facilidad, venciendo así a adversarios más poderosos que ellos”.
¿Cómo vencer la enemistad de nuestros adversarios? Por medio de la renuncia, la mansedumbre y la oración. La renuncia a todo, a excepción de la fe y una vida de pureza. Y practicando la mansedumbre y la oración, siempre, siempre.
Escribe San Ambrosio: “Esta es el arma de los justos, quienes prefieren retroceder para vencer, tal como los mejores arqueros, al replegarse, suelen dar en el blanco con más facilidad, venciendo así a adversarios más poderosos que ellos”.
Un día, un monje fue ofendido por un amigo suyo. Esa misma tarde, buscando la forma de restablecer la paz entre ambos, el monje fue a buscar a su ofensor para reconciliarse con él. Sin embargo, su amigo ni siquiera quiso abrirle la puerta y le respondió con imprecaciones desde el interior, exigiéndole que se fuera. Entonces, el monje fue a buscar a su padre espiritual para quejarse, y este le dijo: “Cuando ibas de camino a reconciliarte con tu amigo, una y otra vez lo condenaste en tu mente, mientras te justificabas a ti mismo. Lo que te aconsejo, entonces, aunque tu amigo haya pecado contra ti, es que fijes en tu mente la idea de que fuiste tú quien pecó contra él y, con este razonamiento presente, vuelvas a buscarlo. En otras palabras, ve a su casa, pero esta vez condenándote a ti mismo y justificándolo a él”. El monje partió deprisa a buscar a su amigo. ¿Y qué fue lo que sucedió? Que, cuando estaba por llamar a la puerta, su amigo salió y lo abrazó, pidiéndole perdón y rogándole que nuevamente hubiera paz entre ellos.